CUESTIONES FUNDAMENTALES
DANIEL MORENO FLORES
Y LA CABINA DE LA CURIOSIDAD

Entrevista Publicada el 01 de Febrero 2021
POR PILAR ALBORNOZ A.

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Casa Los Algarrobos, Cuenca, 2011. Daniel Moreno & José María Saez. © Sebastián Crespo

Casa Los Algarrobos, Cuenca, 2011. Daniel Moreno & José María Saez. © Sebastián Crespo

BIO.

 

Daniel Moreno Flores, de padres ecuatorianos, nace en 1984 en Marsella, Francia. Es arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Artes, Pontificia Universidad Católica del Ecuador 2002 - 2007 y portador de una maestría en diseño arquitectónico avanzado (MDAA – FADU – UBA) de Buenos Aires, Argentina.

Su obra se caracteriza por mirar con gran sensibilidad el entorno y los materiales. Cada proyecto es único, y el diseño se basa en las necesidades y aspiraciones de cada cliente y lo que posee cada contexto.

En entrevistas y publicaciones deja en claro una postura crítica y una preocupación respecto a los problemas de deterioro de la urbe y del medioambiente, así, la reutilización y reinterpretación de materiales de descarte es frecuente en su obra, buscando enaltecer la idea del paso del tiempo en el material.

Entre sus reconocimientos se encuentra la Primera Mención de Honor Nacional en Rehabilitación y reciclaje en la XVIII Bienal Panamericana de Quito 2012 con el proyecto Estudio de Mike, que realiza junto a Margarida Marques. Ese mismo año, junto a José María Sáez obtiene el Premio Nacional Diseño Arquitectónico en la XVIII Bienal Panamericana de Quito por el proyecto Casa Los Algarrobos. En 2014, obtiene el Premio Nacional de Diseño Urbano y Arquitectura del Paisaje en la XIX Bienal Panamericana de Quito, por el proyecto Mirador en Quilotoa Shalalá, que diseña y construye junto a un equipo conformado por Jorge Andrade Benítez y Javier Mera Luna.

De manera reciente, junto a Marie Combette forman ‘’La cabina de la curiosidad’’, asociación que se encuentra trabajando en distintos proyectos relacionados con el acceso a la vivienda, el territorio y la memoria.

 
Casa RDP, Quito, 2015. Daniel Moreno FLores & Sebastián Calero. © Lorena Darquea

Casa RDP, Quito, 2015. Daniel Moreno FLores & Sebastián Calero. © Lorena Darquea

INTRO

Revisando la obra de Daniel Moreno, podría hacerse un paralelo en el que cada una de sus obras es como una historia contada. Desde las primeras reuniones con el cliente, hasta cómo se juntaron y trasladaron los materiales, e incluso los momentos de ocio en las jornadas de trabajo. Todo el proceso aparece documentado, valorando el aprendizaje obtenido al involucrarse por completo en el levantamiento de la obra. Su trabajo está marcado por la colaboración y las relaciones horizontales entre los participantes del proyecto, por lo que nos enfrentamos a un tipo de práctica en la que el rol del arquitecto deja de ser el de un individuo tradicional cuya visión impera por sobre la de los demás, sino que pasa a ser parte de una red humana que sostiene y lleva a cabo la materialización de la obra. De esta forma, surge en su obra la integración de prácticas sociales populares de Ecuador como lo son las mingas[1].

Casa de las Tejas Voladoras, Pifo, Ecuador, 2018. Daniel Moreno Flores. © JAG Studio

Casa de las Tejas Voladoras, Pifo, Ecuador, 2018. Daniel Moreno Flores. © JAG Studio

 

La renovación interior de Casa Alegrana (2015), en el que trabaja junto a Carla Kienz, se evidencia el principio de ‘’destruir para construir’’. Los escombros obtenidos de la demolición de muros y muebles se usaron para rellenar huecos en las murallas, surgiendo nuevas texturas que le dan un carácter único a los espacios. La incorporación de una isla en la cocina a partir del tronco de un árbol abandonado en la calle es un elemento que adquiere protagonismo en esta obra.

Otro ejemplo interesante de la reinterpretación de materiales se observa en la casa de las tejas voladoras (2018). Las tejas de adobe recicladas son usadas en un muro exterior que sombrea el interior de la casa, colocadas en dos direcciones y amarradas con tensores. Las tejas aparecen como si flotaran, concibiendo el muro como un elemento escultórico. En general, el uso de los materiales y el trabajo del maestro como parte relevante de la obra plasman en el resultado final una impronta artesanal, detallista y acogedora.

Dinamismo y la idea de espacios lúdicos que se transforman y generan sorpresa en el habitante son conceptos que se incorporan en el diseño arquitectónico. En ‘’La cueva de Bruno’’ (2019), uno de los proyectos más recientes realizados junto a Marie Combette, la ampliación de una casa se aborda desde una única estructura de madera diseñada para contener todos los usos domésticos, optimizando así el espacio y multiplicando sus posibilidades. En proyectos anteriores como la escuela Mujeres de Frente, se reutilizan puertas como mesas colgadas del techo que se pueden subir y bajar con poleas. Estas mismas poleas aparecen en la casa en el carrizal para trasladar objetos entre recintos. Estas soluciones que aparecen frecuentemente en la obra de Daniel amplían los límites de la arquitectura, convirtiendo a la obra en esta especie de máquina maniobrable, transformable y adaptable.

En la siguiente entrevista profundizaremos en la postura con la que esta oficina aborda su práctica arquitectónica.

A lo largo de los años, ha podido levantar una obra bastante variada. Desde pequeñas exploraciones en la construcción de objetos o muebles, reconversiones de espacios interiores, viviendas unifamiliares, intervenciones urbanas, hasta diseño de espacio público y paisaje. Las plantas de ciertas obras muestran puntos en común en cuanto al juego de llenos y vacíos que se traducen en recintos interiores que dialogan directamente con patios o con paisajes vastos, inundando el interior de naturaleza. Las casas RDP (2015) y En el Carrizal (2015) muestran cierta similitud al trabajar la idea del intersticio habitable que queda entre los recintos más privados, ordenados en cajas cerradas y opacas, el espacio entre ellas se convierte en un living o un patio, obteniendo siempre relaciones sensibles entre interior – exterior.   Las texturas de los materiales resaltan en el espacio al dejarse ver explícitamente, al igual que la estructura. En la Casa Los Algarrobos (2011), proyecto realizado junto a José María Saez, la disposición de grandes vigas y columnas de acero orientadas hacia el paisaje, definen el espacio casi por completo. El uso de una subestructura de madera y del vidrio termina por configurar los espacios, desdibujando esquinas y aristas y desbordando el interior de la casa hacia la quebrada.  

La búsqueda de una arquitectura sostenible también es una preocupación constante. Daniel aborda la formulación de proyectos desde la filosofía de las ‘’infiltraciones locales’’; concepto amoldado por la oficina y que significa acciones concretas que desde la arquitectura ayudan a resolver problemáticas del territorio. Una filosofía que enfoca los esfuerzos en la ciudad y sus espacios subutilizados y deteriorados, poniendo en valor la transformación de la urbe. Partiendo desde la premisa de siempre optimizar al máximo el uso de recursos, es que encontramos en su obra el constante uso de materiales de descarte y escombros reciclados (muchas veces del mismo lugar a intervenir). Bajo esta mirada desprejuiciada del material surgen innumerables posibilidades, suscitando la aparición de nuevos lenguajes matéricos. En casa en el Carrizal (2015), se ocuparon treinta columnas de eucalipto recicladas de un museo de ciencia local, y que se trasladaron a la obra mediante una minga. Allí, las columnas de madera se combinan en armonía con otros materiales como el hormigón, el adobe, el ladrillo y el carrizo[2].

 
Casa en el Carrizal, El Carrizal, 2015. Daniel Moreno Flores & Sebastián Calero. © Lorena Darquea

Casa en el Carrizal, El Carrizal, 2015. Daniel Moreno Flores & Sebastián Calero. © Lorena Darquea

Mirador en Quilotoa Shalalá, 2013. Daniel Moreno + Javier Mera + Jorge Andrade. © Lorena Darquea

Mirador en Quilotoa Shalalá, 2013. Daniel Moreno + Javier Mera + Jorge Andrade. © Lorena Darquea

 
 

CUESTIONES FUNDAMENTALES

Hemos podido apreciar que dentro de tu trabajo se logra ver un proceso del que siempre se puede aprender algo, desde resolver un problema de recursos hasta una solución constructiva, ¿cuál sería en principal aprendizaje que rescatarías del trabajo que realizas? Y en cuanto a ese aprendizaje, ¿lo has intentado incorporar en otra de tus próximas obras?

DM: En todos los trabajos hay un aprendizaje efectivamente ya que conceptualmente lo que planteo es librarme de prejuicios y tener la mayor libertad posible. Eso significa que siempre me hago preguntas específicas al encargo y aparecen en cualquier momento de la elaboración del trabajo (ya sea en conceptualización de la idea, en diseño o inclusive en la construcción). Esta forma de trabajo me ha permitido tener un aprendizaje constante, siempre estoy elaborando trabajo que nunca he hecho y que no tengo plena consciencia sobre el funcionamiento de lo que sé está elaborando. Es una aplicación inmediata sobre estos hechos que estoy aprendiendo, no se traslada al siguiente trabajo, en el mismo trabajo debo resolver lo que estoy planteando, seguramente se abren puertas investigativas y en ocasiones una cosa te puede llevar a otra.

 
Casa Los Algarrobos, Cuenca, 2011. Daniel Moreno & José María Saez. © Sebastián Crespo

Casa Los Algarrobos, Cuenca, 2011. Daniel Moreno & José María Saez. © Sebastián Crespo

 

Creemos que algo que caracteriza y representa tu forma de hacer arquitectura son las infiltraciones locales en donde desarrollas una cierta filosofía, en donde bajo tus palabras, pretende ser el tratamiento para aliviar, sanar y precautelar fragmentos vulnerables del territorio, ¿Crees tú que estas instancias sirven para crear un método que permita generar una nueva manera de hacer arquitectura?

DM: Siento que las infiltraciones locales me han permitido establecer postura frente a al medio en donde nos desenvolvemos. Es una toma de conciencia de la escala de mi intervención y el entendimiento sobre qué aspecto medio ambiental de la realidad sé está trabajando. Comprendo que la arquitectura consume muchos recursos, genera infinidad de desperdicios y si no se toma una posición o se tiene una filosofía o estrategia, la arquitectura se puede volver una herramienta de destrucción. Es una toma de conciencia sobre el territorio, los recursos y el medio en donde vivimos, una posición que permite vincularte con la vida en todas sus formas y no limita la creatividad, se enfoca y direcciona hacia una toma de decisiones que dialoguen con cada contexto.

 
 
Entender lo que te puede brindar el territorio y eso llevarlo a un ámbito arquitectónico, entendiendo que lo que genera el suelo es regenerativo y limpio
— Daniel Moreno
 
 

Dentro del mundo de la arquitectura podemos identificar ciertos trabajos que no cuidan el proceso de gestión de la obra y producen un impacto negativo en el medio ambiente, lo que no se ve reflejado en tus proyectos ¿De dónde proviene ese ideal de conciencia medioambiental?

DM: De muchos lugares, nutridos por la experiencia y la reflexión. En algunos casos prueba y error (hacer algo y ver que por ahí no va el camino). Por economía también, he entendido que para hacer arquitectura se necesitan muchos recursos por lo que he elaborado estrategias para conseguir hacer arquitectura, por ejemplo: reciclar objetos que estén en el perímetro urbano, hacer eficientes ciertos procesos constructivos o el trabajo con grupos que persigan un objetivo en común y que todos puedan involucrarse en procesos participativos que desestimen al valor económico como lo más importante y el recurso humano se convierta en algo valioso en pro de contribuir a la sociedad con su trabajo desinteresado por el bien común. Otra Forma sido el entender lo que te puede brindar el territorio y eso llevarlo a un ámbito arquitectónico, entendiendo que lo que genera el suelo es regenerativo y limpio. También me he preguntado sobre la procedencia del agua y nuestra manera de consumo, eso me ha abierto una gran cantidad de aprendizajes vinculadas a la vida.

 
Casa de las Tejas Voladoras, Pifo, Ecuador, 2018. Daniel Moreno Flores. © JAG Studio

Casa de las Tejas Voladoras, Pifo, Ecuador, 2018. Daniel Moreno Flores. © JAG Studio

 

En muchas de las obras aparece un proceso previo de recolección de posibles materiales para reciclar en la obra. ¿Cómo se lleva a cabo el proceso de integrar estos materiales a la obra y entre sí, cuando estos materiales no vienen seriados y presentan imperfecciones? ¿Aparece algún tipo de sistematización cuando ya se tiene los materiales a ocupar? ¿Cuál ha sido la mayor dificultad a la que te has enfrentado en alguna obra, al trabajar con este tipo de materiales de descarte?

DM&MC: En nuestra práctica profesional, contamos con diferencias en los proyectos que ejecutamos.

1-              Los proyectos que se realizan a manera nueva.

2-             Los que se desenvuelven y se articulan en preexistencias.

En ambos casos el modo de intervenir es diferente, en los proyectos nuevos toda la concepción surge a partir de variables externas a la materialidad y la mayoría de decisiones se toman de acuerdo a conversaciones con los clientes, sin embargo, muchas veces por entender que podemos hacer arquitectura con menos recursos y que podemos contribuir al medio en donde vivimos, ponemos nuestros esfuerzos en conseguir materiales reciclables.

En el caso de hacer proyectos en espacios determinados por las existencias materiales, lo primordial es la lectura que podamos hacer en los espacios, reflexionamos acerca de cómo podemos transformar a los ambientes de acuerdo a los recursos que tenemos en el mismo lugar, haciendo intensificaciones de nuestras acciones. Buscamos una coherencia en la optimización de los recursos.

En ambos casos la hoja de ruta establecida al momento de incorporar otros materiales, es la motivación a nuestros clientes a abrir los ojos y extender los brazos para conseguir materiales que estén a su alcance, ya sea por su grupo familiar o por sus cercanías. Hemos conseguido un sin número de materias que nos han disparado las posibilidades de acción: Troncos enormes para cocina, puertas que se han convertido en mesas voladoras, papel de periódico para paredes, parabrisa roto para mampara, papel para pisos, grandes maderas para estructuras, duelas de madera, tejas que se han convertido en pantallas divisorias, entre otros. 

 
Casa Alegrana, Quito, 2015. Daniel Moreno & Carla Kienz. © Roberto Alban

Casa Alegrana, Quito, 2015. Daniel Moreno & Carla Kienz. © Roberto Alban

 

La manera de ocuparlos varía de acuerdo al material, siempre se busca intervenirlo con su propia lógica para que conserve sus características y se le pueda ocupar en su máxima expresión.  La idea es ocuparle de la misma manera como se configura como un útil, si hacemos algo con una rueda, queremos que se siga leyendo a la rueda, de manera descontextualizada, lo mismo podría ocurrir con una silla, una puerta, un bailejo, etc. En ocasiones la repetición es evidente por la cantidad de material que se consigue, en esos casos se busca su eficiencia y su sistematización en la repetición, en otras ocasiones son piezas únicas. El tema de la imperfección del objeto para nosotros es valioso, no pretendemos modificarle y perfeccionarle, sino más bien, la aceptamos y la consideramos como un hecho del tiempo.

Considero que todas las obras que hemos trabajado con materiales reciclados han tenido un grado de complejidad, en ese momento ha habido distintas reflexiones, porque por un lado has conseguido el material a un costo cero, pero por sus propias circunstancias hay que hacer un trabajo extra para poder ocuparlo.  Recuerdo el momento de estar en la ejecución de un huerto, en el que teníamos dos opciones, hacer un diseño sencillo para que construyamos con nuestras propias manos u ocupar unas estructuras en arco que correspondían a un antiguo corredor que estaba fuera de uso. Finalmente decidimos ocupar las estructuras con el fin de que esos elementos puedan tener vida nuevamente.  Como fue una construcción que hicimos con nuestras propias manos, invertimos bastante tiempo en ponerles a punto a esas estructuras, en el momento de ejecutarlas reflexionaba mucho si había sido una buena decisión por la complejidad que teníamos. 

En definitiva, siempre va a haber un esfuerzo por ocupar elementos de reciclaje, pero va a ser importante dar una nueva vida a elementos que aparentemente están obsoletos, la mayoría de veces se pone a prueba el pensamiento y se da un nuevo orden de cuya posibilidad no tenías previa consciencia.  Lo mejor de estas acciones es que sobrepasan la voluntad humana y se muestran como son.

 
 
El tema de la imperfección del objeto para nosotros es valioso, no pretendemos modificarle y perfeccionarle, sino más bien, la aceptamos y la consideramos como un hecho del tiempo.
— Daniel Moreno
 
 

¿Crees que hay una disociación entre lo que se enseña en la academia y lo que tú has experimentado en tu proceso laboral durante todos estos años?

DM&MC: En la academia hay una preparación para afrontar distintos temas, es una simulación constante. Esta etapa esta buena para generar conocimiento colectivo, que permite afianzar a cada uno en su entendimiento, también hay mucha gente involucrada por lo que los criterios son variados y el compromiso de todos se estimula en cuanto a los debates, los cuestionamientos, las dudas pueden ser resueltas, sobre los encargos se fantasea, se conversa sobre materiales y tecnologías, etc. En este momento de nuestra formación hay muchos estímulos y se entendería que hay mucha información en un tiempo relativamente reducido. Además de que en la repetición constante incita a nuestra asimilación de lo que estamos haciendo. En esta época tienes la capacidad de tener muchas herramientas, de esa manera puedes generar procesos desde tus propias fortalezas. La manera en que adquirimos los aprendizajes, corresponde a un modelo educativo, en el hay virtudes y defectos. Creo que la formación arquitectónica está centrada en individuos reflexivos.

En los últimos años he visto que en algunas facultades de arquitectura de toda la región comienzan a tener cierta incidencia con proyectos que se vinculan con distintas comunidades. Esa es una gran alianza, que la energía de los jóvenes se dirija y se materialice en proyectos de poblaciones que puedan detener distintas carencias. El momento que ocurre esta mancomunidad podemos decir que cobra mucho sentido el rol de los sistemas educativos en arquitectura. No solo por dotar de infraestructura en estas zonas, sino que también generan una cultura de la arquitectura para quienes lo necesitan, este aprendizaje es fundamental que se conserve para la vida profesional. Hay toda una fuerza colectiva en los estudiantes que es vital que se la ocupe en bien de la sociedad.

 
Esquemas Casa en el Carrizal, El Carrizal, 2015. Daniel Moreno Flores

Esquemas Casa en el Carrizal, El Carrizal, 2015. Daniel Moreno Flores

 

Por el contrario, en la etapa laboral, en mucho de nuestro tiempo abordamos desde una realidad contundente, desafiante, compleja, con limitantes, cruda y al mismo tiempo hermosa y apasionante, llena de sorpresas y exigencias. Creo que son dos vivencias diferentes, la educativa y la profesional. En la vida laboral está muy bien que se haga arquitectura, tocando la materia, pensando en procesos constructivos y estructurales. Sin embargo, en esta etapa es importante que la energía este dirigida en hacer arquitectura necesaria, esa arquitectura para las personas que lo necesitan, para los barrios o la infraestructura pública. En este aspecto los profesionales en esta latitud la tenemos más difícil y deberíamos estar más involucrados para que existan. Pienso que en ambos casos debemos concentrarnos en construir una vida digna para todos para que podamos vivir en hábitats de calidad.

 
 

NOTAS.
[1] Del quechua mink’a, es una práctica ancestral de los pueblos que habitan las regiones andinas de América del Sur, en la que comunidades reúnen esfuerzos para levantar obras en pos del bien común o en ayuda de algún miembro de la comunidad. Se realizan en un ambiente de cooperación, donde además de trabajo se aporta con alimentos y herramientas y se comparte en los momentos de descanso.

[1]  Especie de bambú leñoso cuyo tallo es largo, tubular, hueco y rígido. Abundante en las zonas andinas de Ecuador, se usa popularmente para la confección de canastas y artesanías, además de servir en la construcción como terminación para techos o muros interiores, debido al alto valor estético que otorga.

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* Las preguntas de esta entrevista surgieron a partir de un análisis y estudio, dirigido por Giuliano Pastorelli para el curso de Contexto IV de la Escuela de Arquitectura Universidad de Talca el año 2018, desarrollado por los alumnos María Elena Arce y Israel Aguilera. Texto y entrevista editado compilado y actualizado para publicación por Pilar Albornoz Arriagada.